¿Un nuevo presente? Las disputas interpretativas en torno al tiempo histórico, Chile 2019—2021
¿Un nuevo presente? Las disputas interpretativas en torno al tiempo histórico, Chile 2019—2021
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Название публикации (др.)
Новое настоящее? Интерпретативные дискуссии об историческом времени, Чили 2019—2021
Код статьи
S0044748X0020411-1-1
Тип публикации
Статья
Статус публикации
Опубликовано
Авторы
Мойано Бараона Кристина  
Аффилиация: Университет Сантьяго де Чили
Адрес: Чили
Выпуск
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83-95
Аннотация

Este artículo se centra en los debates en torno al tiempo histórico, como una forma de ingreso a la subjetividad política y la conciencia colectiva del mismo, para abordar las problemáticas del presente y futuro que se abrieron a partir del denominado “estallido” o “revuelta social” del 18 de octubre de 2019. La preocupación por la dimensión temporal es clave para comprender las percepciones del bienestar y del malestar, pero ha sido un objeto poco abordado desde la dimensión política y en la historia reciente. El desafío de este artículo es exponer los múltiples registros donde es posible encontrar las batallas cronopolíticas de nuestro tiempo.

Ключевые слова
tiempo histórico, debate político, historia reciente, estallido social, campo de experiencia y horizonte de expectativa
Классификатор
Получено
15.03.2022
Дата публикации
09.06.2022
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Introducción

2 El 18 de octubre del 2019 puede ser reconocido como un acontecimiento “complejo”, porque se experimentó tanto como un “cambio que sobreviene en el ordenamiento de las cosas, que modifica este orden sin por ello transformarlo, y que se produce siempre, por consiguiente, en el horizonte del mundo” [1, pp. 115-116], así como también configuró un horizonte que todavía no se encuentra cerrado y por ello resulta tan difícil decir que su tiempo ya ha acontecido, para introducirlo en una cronología histórica propiamente tal.
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Con todo, tal como lo plantea Romano, “el acontecimiento altera toda cronología factual, mientras el hecho se incorpora en ella. El acontecimiento hace época, hace crisis, el hecho la sufre” [1, p. 111], y eso sin duda ocurrió ese viernes de octubre. Los horizontes de lo que allí se desató, probablemente, no estaban en los marcos imaginativos de las narrativas societales más hegemónicas, pero si en las lecturas de una experiencia generacional que daba por finalizado un modelo económico y de desarrollo social, que se consolidó durante la transición a la democracia. La metáfora temporal de “No son 30 pesos, son 30 años”, vino a darle al 18 de octubre un carácter dual: fin de un tiempo agónico e inicio de un nuevo presente.

4 En este artículo analizaremos las narrativas político-sociales que emergieron como “ensayos” o “escrituras urgentes”, reacciones de distintos líderes políticos, iconografía de la protesta y discursos políticos emblemáticos, que se han enarbolado desde el 18 de octubre hasta la elección de Gabriel Boric.
5 La elección de estos tres corpus de fuentes remite al desafío de analizar cómo se construye el tiempo social y cómo se disputa particularmente el tiempo presente, ya que su configuración no es solo simbólica, sino que también una pugna política permanente por el futuro, que hoy se pone en juego con el denominado “momento constitucional”.
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Tanto el debate político intelectual, como el político partidario, nos parecen sugerentes para explorar esos marcos de sentido que se erosionaron, emergieron y transitaron en estos 3 años de “nueva experiencia societal chilena”, para comprender precisamente este momentum lleno de incertidumbres, esperanzas y desafíos.

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El tiempo sociohistórico como disputa política

8 El 14 de octubre del 2019, estudiantes universitarios y secundarios, se coordinaron a través de redes sociales para evadir masivamente el metro de Santiago, producto de un alza en el pasaje en 30 pesos. Las evasiones entre el 15 y el 18 de octubre fueron en aumento y abarcaron ya no solo a estudiantes, sino edificación de barricadas, saqueos e incendios de edificios emblemáticos como el de la empresa de distribución de electricidad (ENEL). La protesta se extendió desde Santiago a regiones, generando una situación de alta presión política, que llevó al presidente a declarar el estado de emergencia y toque de queda.
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12 El 20 de octubre del 2019 el presidente Piñera indicó: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”. En dos días de protesta había 1500 detenidos y 5 personas perdieron la vida [2].
13 La criminalización de la protesta se mantuvo en la respuesta institucional. Los militares ocuparon las calles. Pero el país no lograba regresar a la normalidad que el presidente Piñera solicitaba. Las Universidades, colegios y algunas empresas se cerraron durante varios días. Aumentaban las olas de violencia y el cuestionamiento “al modelo”. El 25 de octubre se realizó la marcha más grande de la historia de Chile, con cifras que superaron un millón de personas. El 30 de octubre Piñera y su gabinete deciden suspender las reuniones del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC) y la Conferencia de las Partes (COP 25), dos de los eventos más relevantes que tendría el gobierno y ejemplo de lo grave de la situación que se había creado en los días relatados. Aquella no era una simple protesta.
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A menos de un mes y sin que la tormenta social disminuyera, la represión gubernamental iba en aumento y la policía era fuertemente cuestionada por su brutalidad. Muchos jóvenes perdieron la vista producto de perdigones disparados directo al rostro por parte de la policía. El caso más dramático y emblemático fue el de Gustavo Gatica*. La sensación permanente de crisis impregnaba el ambiente y aquello obligó al gobierno a buscar una salida institucional al conflicto. Ejemplos de esa subjetividad colectiva son estos fragmentos iconográficos que emergieron inmediatamente al tiempo de la protesta y que fueron registrados por Francisco Del Campo (historiador), en sus recorridos por los alrededores del centro neurálgico de los enfrentamientos, en lo que vino a llamarse “Plaza de la Dignidad”. Las conexiones temporales entre el tiempo de la Dictadura y la democracia actual en crisis son evidentes en las imágenes 1, 2 y 3.

* Estudiante universitario que recibió perdigones en sus dos ojos perdiendo completamente la visión.
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17 Tanto las fechas, como los rostros y la evocación al plebiscito de 1988, explicitan ese relato sobre el tiempo que se plasmó en las murallas del centro de Santiago. Esos saltos en el tiempo, el uso político que se hizo del mismo, tal como se puede observar en las imágenes 4 y 5, resulta clave para analizar cómo se estructuró una relación directa entre la Constitución de 1980, la base del modelo y las numerosas críticas que cayeron directamente sobre 40 años de historia y la élite política de la transición.
18 Según Poduje, “los mensajes daban cuenta de la enorme diversidad de demandas que se cruzaban en el espacio público más importante de Santiago: feminismo, animalismo, anarquismo y comunismo se combinaban con llamados a cambiar la Constitución, nacionalizar el agua y tomarse el poder mediante el cambio popular. El punto culmine de este paseo era la fachada perforada del GAM que tenía un verdadero museo de murales y grafitis. Ahí estaban los trabajos que mayor calidad artística, como los esténciles del artista Claudio Caiozzi, que mezclaban con gran talento figuras históricas con celebridades y con motivos vinculados al estallido social” [3, p. 133]. Hasta hoy permanecen en la fachada de dicho edificio los rostros pintados de Gabriel Salazar (historiador, premio nacional de historia que ha sido clave en la performatividad de los conceptos de poder constituyente y sujeto popular) y de Humberto Maturana (filósofo de gran trayectoria, cuyos últimos trabajos versan sobre el sentido de lo humano [4] y emociones y lenguaje en educación y política [5]).
19 Las ideas de una democracia limitada y transformista [5], [6], semisoberana [7], gradualista [8] o de un neoliberalismo corregido [9], dieron forma narrativas del malestar que llevaban varios años cir-culando en numerosos textos de ciencias sociales, y se habían logrado instalar en el debate político, ayudando a configurar una experiencia de democracia incom-pleta, que estuvo en el centro del discurso de los procesos de politización de nuevas generaciones, particularmente aquella que emergió al alero de los movimientos estudiantiles del ciclo 2006—2012. Por eso, más allá de lo “espectacular” que resultó ser el “acontecimiento” del 18 de octubre, la configuración de una nueva subjetividad política, que eclosionaba en forma de revuelta, dispersa en los territorios, autoconvocada, autonomista y rebelde, dispuso de una propia cronología de la transición, época histórica con la que se hacía un ajuste de cuentas, que se alimentó de diversas fuentes, entre ellas las narrativas mencionadas previamente y que pueden visualizarse en la condensación semántica que se grafica en la imagen 6.
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21 Los tiempos acelerados de la protesta generaron reacciones en la élite política. El 15 de noviembre se firmó el acuerdo por la “Paz Social y la Nueva Constitución”, en la que participaron presidentes o representantes de los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Revolución Democrática, Unión Demócrata Independiente, Partido por la Democracia, Renovación Nacional, Comunes, Liberal, Evópoli, Radical y el diputado Gabriel Boric como representante de Convergencia Social, que posteriormente le quita el apoyo por no haber consultado a las instancias partidarias, enfatizando que no se harían parte de este acuerdo. Los partidos que no participaron del acuerdo (Comunista, Federación Regionalista Verde Social, Progresista y Convergencia Social) suscribieron una declaración en la que planteaban la falta de legitimidad que tenía el Congreso para tomar estas decisiones y en sus twitter publicaron “En una #NuevaConstitución la soberanía reside en el pueblo. No seremos parte de cocinas, somos parte de dialogar para escuchar a la gente, entregarles el poder que demandan y que ellos decidan el método #Plebiscito #Asamblea Constituyente” [11].
22 La crítica estuvo centrada tanto en la forma en que se tomó el acuerdo, así como en la legitimidad de los actores, más no negaba la necesidad urgente de cambiar la Constitución, que desde ese momento se tornó el punto central de la agenda y del debate político. La iconografía inmediata tiene plasmada, en la secuencia presidencial, a los representantes de la élite de un largo tiempo histórico. Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, de 1990 a 2019, los promotores de un modelo que se cuestionaba desde sus cimientos, pese a las reformas que habían hecho a lo que se enunciaba como el origen del mal: a la Constitución de 1980, tal como puede observarse en la imagen 7.
23 Según Antoine Faure, este “mo-mentum”, como lo denomina, puede ser leído como parte de las batallas “crono-políticas” de los conflictos sociales, defi-nidas como “la relación de fuerza entre temporalidades del orden (la continuidad) y temporalidades de la transformación (los gérmenes de una discontinuidad que abre otro futuro)” [12, p. 49].
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25 La preocupación por la dimensión temporal es clave para comprender las subjetividades colectivas e indivi-duales, particularmente para la percep-ción del bienestar y del malestar. Como plantea Pedro Güell, las posiciones socioeconó-micas tienen relación di-recta con la manera en que se organiza el tiempo. Así la valorización del pasado en positivo, dice relación directa con aquellas trayectorias de vida donde el éxito y el bienestar se han expresado en mejores condiciones materiales de vida y posiciones sociales relacionadas, siendo el futuro un espacio de incertidumbre sobre el que esperan incidir para no “intervenir” el curso del tiempo. Lo contrario ocurre en aquellos sectores donde las posiciones económicas son menos favorables, en los que se tiende a una crítica al pasado y se ponen mayores expectativas en un “cambio” de los horizontes de futuro [13].
26 El tiempo, comprendido así, “es uno de los objetos de las movilizaciones sociales y, a la vez, una clave analítica fructífera para comprender qué está en juego y los desafíos que se abren para el futuro” [14, p. 56]. De allí, la necesidad de nominarlo, manejarlo, disponerlo, transitarlo, definirlo. Sin embargo, como plantea Prost, “resulta extremadamente raro que los contemporáneos de una época hayan sido conscientes de la originalidad del período en que vivían hasta el punto de darle nombre en aquel mismo momento” [14, p. 137]. Sin embargo, ese 18 de octubre del 2019, la “conciencia” se expresó y se plasmó en “ensayos urgentes” y en los muros de todo Chile, a través de rayados, grafitis, circulando en fotografías y en las redes sociales (como las que hemos expuesto previamente). Parafraseando la célebre apostilla citada por Prost, respecto de la noche del 14 de julio de 1789, en la que Luis XVI se entera por el duque de La Rochefoucald-Liancourt de la toma de la Bastilla, y pregunta si “era una revuelta”, a lo que el duque contestó: “No, Sire, es una revolución” [14, p. 135]. Ese 18 de octubre marcó algo similar: la conciencia de un gran remezón social, de que algo había cambiado desde sus cimientos, por eso la dísputa por la nominación se convirtió en el principal debate político intelectual, aún cuando la movilización social seguía sus ritmos, sinuosidades y pulsaciones.
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Las narrativas sociopolíticas que disputaron el tiempo social

28 Los acontecimientos desatados con el 18 de octubre generaron una oleada de narrativas sociopolíticas, “ensayos urgentes” que circularon como libros que rápidamente llenaron las librerías y transitaron en distintos espacios sociales, comentarios de libros y columnas de opinión. Estos ensayos urgentes, novedosos por su rápida publicación, tenían conexiones con ciclos editoriales que fueron tejiendo un conjunto de narrativas del malestar que podemos datar desde inicios de los años 1990 [15]. A la postre, existió todo un conjunto de escritos, en las ciencias sociales, las humanidades y las artes, que puso al modelo neoliberal y a la democracia limitada como el centro de un malestar que impedía cortar los lazos con la sociedad creada en dictadura y que limitaba los horizontes de expectativas.
29 Tomamos de Claudio Ramos la concepción de dichas narrativas o relatos como «modos de conocimiento y como componentes pragmáticos de la acción”, en el sentido que conjugan dimensiones semánticas y pragmáticas y permiten por una parte “darle forma significativa, forma semántica, a experiencias difusas que eventualmente aparecen como problemáticas, como fuentes de malestar o inquietud”, y que pueden convertirse en problemas públicos efectivos. A decir del mismo autor, “estas narrativas, que toman forma en prácticas situadas en el entramado sociocultural, pueden convertirse, de tal modo, en configuradoras y transportadoras de esas experiencias” para lo que requieren una reconfiguración de su contenido en el proceso de iteración y circulación de las mismas. De este modo “la construcción narrativa societal incluye la especificación de realidades y hace formulaciones fácticas. (Y) si bien en la manera en que la ciencia social hace sus planteamientos estos asumen un carácter hipotético, necesitado de continua contrastación empírica, en su circulación pública estas narrativas se desprenden de tal carácter meramente conjetural y adquieren el de afirmaciones fácticas»[16].
30 Danilo Martucelli destaca en su artículo “¿Qué sucedió en el octubre chileno? Acerca de ocho libros del estallido social” [17, pp. 102-111], que lo que se desató ese 18 de octubre dio lugar a un conjunto específico de narrativas que en un lapso muy corto de tiempo se convirtieron en “verdaderas áreas de pugna interpretativa [17, pp. 104]”. Si bien esto no es particularmente novedoso, su relevancia radica precisamente en recuperar los sentidos por la disputa interpretativa de la realidad social como parte de un debate político.
31 Martucelli distingue 4 familias interpretativas. La primera de ellas proviene de un debate de finales de los 1990 y tiene que ver con las contradicciones del proceso de de modernización en Chile y las frustraciones relativas. Se inscribe aquí el texto de Carlos Peña y con matices el de Eugenio Tironi. Para ambos autores, el problema no es el modelo neoliberal, sino un malestar que proviene de las consecuencias “ineluctables de una sociedad en transición” [17, p. 105], razón por la que las respuestas que puedan afectar la estructura socioeconómica y las dinámicas de gobernabilidad, solo generarían mayor caos con el siempre presente “demonio del populismo” como consecuencia. Tironi introduce además la dimensión generacional. En su opinión, los jóvenes nacidos en la época de transición vivieron en medio de un capitalismo que alimentó una serie de expectativas. El hecho de que dichas expectativas no pudieron ser cumplidas explica la crisis de “legitimidad del mercado y de la competencia (en su capacidad de justificar las desigualdades)” [17, p. 105]. A esto lo denominó el “desborde”.
32 Un segundo conjunto de narrativas fueron aquellas que resaltaron una perspectiva histórica, al indicar que el “estallido fue la manifestación pública de un conjunto de contradicciones, engaños, desigualdades que su implementación suscitó en Chile [17, p. 106]”. Se inscriben aquí los textos de Alberto Mayol [18], Gloria de la Fuente y Danae Mlynarz [19]. A su modo de ver, “el modelo” neoliberal, instalado por la Dictadura y administrado tecnocráticamente por la Concertación, no logró ni cumplir la expectativa del emprendedor y el éxito individual, ni superar las dinámicas de exclusión, brechas de género, segregación y divorcio entre economía, sociedad y cultura. En ambos grupos de narrativas se esforzó por explicar las causas de este “momentum” del 18 de octubre. Las razones estructurales y subjetivas se combinan para dar cuenta de las contradicciones de un modelo que a la postre debe ser reformado para evitar el eterno temor de la anomía social.
33 Un tercer grupo de relatos societales hizo énfasis tanto en las distancias entre las experiencias populares y las de las élites, como los desacoples temporales de generaciones en pugna. Así, tanto el texto de Hugo Herrera [20] como el de Carlos Ruíz [21], , se aperturan a reconocer la aparición de nuevas experiencias societales, la emergencia de una nueva subjetividad, que implicaron formas distintas de evaluar la transición.
34 Por último, se encuentra un cuarto tipo de narrativas que “puso el acento en la articulación entre las estructuras sociales y las experiencias individuales, pero para dar cuenta de ella, las interpretaciones no se centraron en las causas, la predicción o los sujetos colectivos sino en el carácter problemático de esta relación [17, p. 110]”. En otras palabras, la tensión entre agencia y estructura, entre proceso de subjetivación y de cambio/continuidad de lo estructural. Se sitúan ahí los textos compilados por Araujo y Martuccelli en 2019 [22].
35 Es importante relevar que aquí solo se da cuenta de una pequeña cantidad de los textos que circularon entre fines del 2019 y la actualidad, pero la clasifi-cación de Martuccelli nos parece útil por la taxonomía que propone. Estas narrativas han continuado circulando en distintos espacios y medios, multipli-cando las discusiones por lo ocurrido y por lo que vendrá.
36 En esa línea escribía Gonzalo Martner una dura crítica a la columna de Carlos Peña publicada en el Mercurio el 10 de noviembre del 2019. Afirmaba el profesor de economía de la Universidad de Santiago, ex militante socialista y ex subsecretario de gobiernos de la Concertación que «en estos días, cada uno ha tenido la ocasión de demostrar dónde se sitúa. Algunos, en la defensa — incluyendo la violación descarnada de los Derechos Humanos — del orden que nos rige. Otros, en su impugnación y la defensa de la necesidad urgente de iniciar un proceso constituyente, junto a amplias medidas sociales antineoli-berales, para salir de la crisis provocada por el Gobierno de Sebastián Piñera y las consecuencias de larga data de un modelo económico excluyente y desigual. La tragedia de Chile ha sido que este modelo se ha logrado perpetuar gracias a un sistema político que no refleja la voluntad popular, a pesar de los esfuerzos de muchos desde 1990. Voluntad popular que hoy se encuentra en la calle, dado que las instituciones le negaron el derecho a prevalecer sobre el veto de una minoría que concentra y abusa, pese a quien le pese» [23].
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El registro narrativo de los nuevos líderes y la disputa generacional del presente-futuro

38 En un registro narrativo distinto expresaron sus visiones los jóvenes diputados del Frente Amplio y del Partido Comunista que lideraron el ciclo de protestas estudiantiles de 2011—2012 y quienes habían dado por cerrada la transición. Su subjetividad circuló en numerosos tweets que son huella tangible de cómo disputaron entre el estallido social y el momento en que se firma el acuerdo por la Paz y Nueva Constitución. El 19 de octubre Camila Vallejos usó el hashtag “Chile Despierta” para indicar que “El Gobierno de @sebastianpinera declara #Estadodemergencia demostrando q no saben responder ante demandas ciudadanas legítimas si no es con represión y restricción de derechos. Se necesita diálogo!, respeten la dignidad del pueblo de Chile: No más terrorismo de E° #ChileDespierta [24]”.
39 Ese mismo día, la diputada comunista consignaba que “@sebastianpinera pasará a la historia como el primer mandatario en democracia q impone toque de queda por manifestación social. Se escribirá en libros de historia que mientras el pueblo se alzaba exigiendo dignidad él decretaba cobarde represión en un restaurante del barrio alto” [25], usando la metáfora de “pasar a la historia” como registro endeleble de una acción que se inscribe en un registro temporal, de un momentum en pleno desarrollo.
40 El 19 de octubre, el diputado y líder de “Revolución Democrática” declaraba en un tweet: “Gobierno no asume ninguna responsabilidad y tiene el descaro d culpar a la ciudadanía del caos en Stgo. Esto nos exige tomar postura. Nosotros estaremos del lado d la gente cansada con abusos. Mientras no se revierta el Estado d Emergencia, no hay diálogo posible con el Gobierno [26]”. Frente a las declaraciones de estar en guerra que planteó el Presidente Piñera, el diputado respondía “#NoEsta-mosEnGuerra, estamos buscando q la paz se restablezca con soluciones claras e inmediatas a problemas + urgentes q aquejan a la población, q resguarde DDHH de población comenzando la desmilitarización y con voluntad real para nuevo pacto social! [27]”. Urgencia e inmediatéz era precisamente lo que primaba en esos días de alta incertidumbre, que fueron disminuyendo la intensidad de lo urgente a lo emergente, frente a la posibilidad de una salida para una nueva Constitución.
41 El 7 de noviembre, Jackson emplazaba por este mismo medio al Presidente: “En medio de conflicto d estas características, en el q la polarización aumenta minuto a minuto, nadie puede pretender tener la razón absoluta. ¿Por qué no se abandona la soberbia, plebiscitamos si la crisis requiere nueva Constitución o no, y dejamos de reprimir a conciudadan@s? [28]”.
42 El 15 de noviembre y pese a las críticas de su propio partido, Gabriel Boric expresaba por redes sociales que “[...] hemos logrado un buen acuerdo q era inamaginable (sic) hace un par de semanas, incluso días. Y ha sido gracias a la movilización social. Con esto, es el pueblo y no los políticos solos, quien decidirá cómo terminar cn la Constitución de Pinochet y escribir una real% (sic) democrática [29]”. Posterior a ello, Boric ocupó la argumentación entregada por los abogados constitucionalistas Jaime Bassa y Fernando Atria, para validar el acuerdo que era cuestionado por su partido y por los otros sectores mencionados. Sin embargo, pasados unos días y constituida la comisión técnica que terminó sancionando los acuerdos en base a 2/3, paridad y escaños reservados, el tiempo que se disputó fue el eleccionario.
43 El 25 de octubre de 2020 se realizó el plebiscito, marcado por una alta concurrencia (el 50,9 % de participación), pese al estado de emergencia producto de la pandemia. El Apruebo por el cambio de la Constitución obtuvo el 78,27% de las preferencias y la opción de que el órgano encargado de su redacción fuera una Convención Constitucional obtuvo el 78,99% de los sufragios.
44 La composición de la Convención le dio una clara preferencia a las fuerzas de centro izquierda, un alto poder a grupos independientes que representaban a organizaciones territoriales y locales, dejando con escasa representación a los partidos de la derecha que desde ese momento comenzaron una intensa campaña por el “rechazo” en el plebisicito de salida programado para el año 2022 [30].
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El día 4 de julio del 2021 se pone en funcionamiento la Convención Constitucional. En el discurso de Elisa Loncón, quien resultó electa para dirigir la mesa de dicho organismo, el tiempo político y social también tuvo un lugar central. Se refirió al largo período de opresión que han experimentado en la historia de Chile los pueblos originarios, de los que ella era directa representante. Enfatizó: «Es posible hermanas y hermanos, compañeras y compañeros refundar* este Chile, establecer una nueva relación entre el pueblo Mapuche y todas las naciones que conforman este país. […] Tenemos que ampliar la democracia, tenemos que ampliar la participación, tenemos que convocar hasta el último rincón de Chile a ser parte de este proceso. La Convención debe ser un proceso participativo y transparente, que puedan vernos desde el último rincón de nuestro territorio y oírnos en nuestras lenguas originarias que han estado postergadas durante todo lo que ha sido el Estado-Nación chileno. Por los derechos de nuestras naciones originarias, por los derechos de las regiones, por los derechos de la Madre Tierra, por el derecho al agua, por los derechos de las mujeres y por los derechos de nuestros niños y niñas. […] Hoy se funda un nuevo Chile plural, plurilingüe, con todas las culturas, con todos los pueblos, con las mujeres y con los territorios, ese es nuestro sueño para escribir una Nueva Constitución» [31].

* Negritas representan énfasis para el análisis del discurso, no estando en el texto original.
46 Desde esa fecha y hasta la actualidad ha primado ese tiempo de futuro que se tensiona entre la refundación y la conservación y que tiene marcado tinte generacional. Estuvo presente en la campaña presidencial en la que resultó ganador el joven “díscolo” de Convergencia Social, Gabriel Boric, después de triunfar en una primaria contra el candidato del Partido Comunista. Para Boric y su generación, el tiempo de su politización subjetiva marca los derroteros del nuevo presente que deja atrás las referencias a la intermibale transición a la democracia. En su primer discurso como presidente indicó:
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«Este Palacio, esta Plaza, esta ciudad, este país tienen historia y a esa historia también nos debemos**. Hoy, en esta jornada tan importante en el difícil, difícil camino de los cambios que la ciudadanía decidió echar a andar en unidad, repito, importante, en unidad, vienen a mi mente y a mi corazón los días en que, junto a muchos de los aquí presentes, y seguramente quienes nos están viendo en sus casas también, marchábamos juntos por un futuro digno. ¿Hacia dónde marchábamos, compatriotas? ¿hacia dónde marchábamos? .  No va a ser este Gobierno el fin de esa marcha, vamos a seguir andando y el camino, sin duda, va a ser largo y difícil, pero hoy los sueños de millones de personas están acá empujándonos, dándonos sentido para llevar a buen puerto los cambios que la sociedad demanda» [32].

** Negritas representan énfasis del análisis del discurso, no estando en el texto original.
48 Para el Presidente: “Es este Chile que solo en un puñado de años, y ustedes lo han vivido, ha debido atravesar terremotos, catástrofes, crisis, convulsiones y una pandemia mundial y violaciones a los derechos humanos que nunca más se repetirán en nuestro país. Pero en el que siempre, siempre nos sacudimos el polvo, nos secamos las lágrimas, ensayamos juntos una sonrisa, nos arreman-gamos y seguimos, chilenas y chilenos, siempre seguimos.
49 Y articula ese tiempo de la experiencia vital de una generación que asume el poder, con unos guiños hacia una secuencia histórica particular, indicando que:
50 Hoy iniciamos un período de grandes desafíos, de inmensa responsabilidad, pero no partimos de cero, no partimos de cero. Chile tiene una larga historia y hoy día este día nos inserta en esa historia larga de nuestra República.
51 Iniciar mi mandato como Presidente Constitucional de la República de Chile es hacerme parte, hacernos parte de una historia que nos excede a todos, pero que al mismo tiempo le da forma, le da sentido y dirección a nuestra mirada.
52 Por aquí pasaron antes que nosotros miles de personas que hicieron posible la expansión de la educación pública, el reconocimiento progresivo de los derechos de las mujeres y las disidencias en el país y en la casa, la democratización del país, el reconocimiento de los derechos sociales. Por aquí, en este lugar desde donde hoy les hablo, pasó Balmaceda y su dignidad chilena, Pedro Aguirre Cerda y su “gobernar es educar” citando a Valentín Letelier.
53 Por acá pasó también Eduardo Frei Montalva y la promoción popular, el compañero Salvador Allende y la nacionalización del Cobre, Patricio Aylwin y la recuperación de la democracia, Michelle Bachelet abriendo caminos inexplorados con la protección social. Aquí se escuchan también los ecos de quienes anónimamente se han levantado contra la opresión, defendiendo los derechos humanos, exigiendo verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición» [32].
54 El discurso de Boric contempla el tiempo para situarse en un lugar clave de la historia de Chile, un tiempo bisagra entre el cambio hacia el futuro y el cambio que movilizaron otros actores en el pasado. Boric juega con los futuros pasados y el futuro presente en su lenguaje, generando con ello una particular forma de estar en el hoy. Con todo, pese a su triunfo, ese debate sigue abierto de manera permanente en el Chile contemporáneo, expresando la conciencia colectiva de la transformación como horizonte de expectativa.
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A modo de corolario

56 Esta polémica por el tiempo sigue presente en el ambiente político. La evidencia de ello es el documento que circuló en febrero de 2022, conocido como “Amarillos por Chile”, firmado por un grupo de sujetos que pertenecían a la vieja élite concertacionista o que habían experimentado durante los años de la transición su emergencia como intelectuales, artistas o cientistas sociales. Ellos se dieron a la labor encaminada a “frenar” el tiempo y el actuar de la Convención Constitucional y, de pasada, la labor del actual gobierno.
57 Brunner, Foxley, Velasco, Krauss, De Gregorio, Arellano, Aylwin, Burgos, Cortázar, Alvear son nombres de ex ministros y ministras de la Concertación, vinculados a lo que se ha conocido “metafóricamente” como el partido del orden. Otros, en cambio, habían sido senadores, diputados, dirigentes políticos relevantes durante todos los años de 1990, como Gutemberg Martínez, Oscar Guillermo Garretón, Fulvio Rossi, Eugenio Tuma, Carolina Goic, Patricio Walker, para mencionar a los mas reconocidos y que en el documento mencionado comparten espacio con intelectuales como Warken, Franz, Jacksic, Marfán, Matta, Waissbluth, Riveros.
58 En el Manifiesto las referencias al tiempo social son claras. No a la refundación, porque “la historia — sobre todo en Latinoamérica — ha demostrado que ir detrás de lo imposible y refundarlo, en vez de solucionar las desigualdades y los abusos, solo ha traído más sufrimiento y más pobreza para las grandes mayorías [33 p. 1]” y, por ende, apelan a la necesidad de la “prudencia” y el “realismo” que apueste a “un futuro mejor sin pensar que se parte de cero” [33, p. 1]. Un tiempo donde prime “la reforma y no la revolución”, reforma que estaría “enraizada en nuestra propia historia” [33, p. 2].
59 Refundación, reforma, transformación, historia son todos términos que se han repolitizado pos estallido-revuelta social y han reconfigurado los marcos de nuestro presente y los sentidos de futuros que se abren a partir de las expe-riencias reflexivas. Más allá de cómo ingrese este debate en la historiografía, es importante poner especial atención a las dísputas por el tiempo, como parte de una de las formas de ingresar a las dimensiones subjetivas de la política y a la conciencia histórica que configuran las distintas generaciones.

Библиография

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2. Piñera: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”. Deutshe Welle, 21.10.2019, Available at: https://www.dw.com/es/pi%C3%B1era-estamos-en-guerra-contra-un-enemigo-poderoso/a-50910426, revisado en 10 de enero del 2022.

3. Poduje I. Siete Kabezas. Crónica urbana del estallido social. Santiago: Uqbar editores, 2020.

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28. Giorgio Jackson, Twitter. Available at: https://twitter.com/GiorgioJackson/status/1192539474758008832?s=20&t=qqmvLJ_a7UvWwnw62jLOMw

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30. Así quedó conformada la Convención Constituyente. 19.05.2021. Available at: https://www.pauta.cl/politica/convencion-constituyente-155-escanos-resultados

31. Discurso de Elisa Loncón al asumir la presidencia de la Convención Constitucional. Available at: https://www.colegiodeprofesores.cl/2021/07/05/discurso-de-elisa-loncon-al-asumir-la-presidencia-de-la-convencion-constitucional/

32. Primer discurso en el Palacio de La Moneda del Presidente Gabriel Boric Font. Available at: https://prensa.presidencia.cl/discurso.aspx?id=188237

33. Amarillos por Chile. Santiago, 2022. Available at:https://drive.google.com/fi-le/d/1YX8S6TkXOk2rUyriDA2Igg42BRxzAB0X/view

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