Повседневная жизнь народной власти: Совет по снабжению и ценообразованию в поселении Габриэла де Пуэнте Альто (Чили) в 1973 г.
Повседневная жизнь народной власти: Совет по снабжению и ценообразованию в поселении Габриэла де Пуэнте Альто (Чили) в 1973 г.
Аннотация
Название публикации (др.)
La cotidianidad del poder popular: una JAP en la Población Gabriela de Puente Alto. Chile, 1973
Код статьи
S0044748X0027277-3-1
Тип публикации
Статья
Статус публикации
Опубликовано
Авторы
Лойола Мануэль Тапиа  
Аффилиация: Университет Финис Терраэ (Сантьяго, Чили)
Адрес: Сантьяго, Чили
Тилеманн Эрнандес Луис
Аффилиация: Университет Финис Терраэ (Сантьяго, Чили)
Адрес: Сантьяго, Чили
Выпуск
Страницы
44-57
Аннотация

В статье анализируются записи заседаний Совета по снабжению и ценам (ССЦ) города Габриэла де Пуэнте-Альто (Чили) в период с мая по август 1973 г., посвященные проблемам повседневного управления. Совет был создан в рамках деятельности Народной власти и в контексте процесса социалистического строительства, предпринятого правительством Народного единства. Учреждение занималось координацией и контролем за торговлей основными товарами и услугами. Анализ данного источника позволяет сделать вывод, что административные проблемы решались ССЦ в контексте технических, а не политических аспектов, без заметной активности со стороны политических активистов. Таким образом, повседневная жизнь ССЦ на городской периферии акцентировалась, прежде всего, на решении управленческих задач в период социально-экономического кризиса, охватившего страну в конце правления правительства Народного единства, а не на решении политических вопросов, что традиционно приписывается этой организации.

Ключевые слова
Советы по снабжению и ценам; распределение; «Народное единство»; кризис снабжения; чилийский «путь к социализму»
Классификатор
Получено
01.04.2023
Дата публикации
22.09.2023
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INTRODUCCIÓN

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Durante el gobierno de Salvador Allende y la alianza de partidos de izquierda “Unidad Popular” (en adelante UP), en Chile, entre 1970 y 1973, se desarrollaron diversas formas de movilización y organización revolucionaria, caracterizadas por una activa participación de masas. En un período administrativo que se caracterizó por el acoso opositor a la economía desde dentro y fuera de las fronteras del país, y en que la dinámica de revolución y contrarrevolución [1; 2, p. 9-33] convertía cada centímetro de lo público en un campo en disputa feroz, las instituciones, viejas y nuevas, se politizaron fuertemente. Estas nuevas instituciones creadas en la coyuntura, que tenían tareas públicas y bases masivas, y que apoyaron el proyecto de transformaciones del gobierno de izquierdas, fueron denominadas como constitutivas del “Poder Popular”. Con este concepto se denominó tanto al movimiento de masas que sostenía a la UP, como a las instituciones antes definidas y que de todas formas eran la columna vertebral de masas y acciones que por lejos desbordaban lo que los partidos, ya de por sí estresados, podían controlar.

3 Entre estas nuevas instituciones del Poder Popular, destacó el modelo de coordinaciones de comités de activistas de base que resolvían problemas o dirigían conflictos y movilizaciones sociales, enmarcados en el conflicto mayor que significó la “vía chilena al socialismo” [3]. Así, en la lucha por el control de la producción durante la Unidad Popular, se crearon los Cordones Industriales, organizaciones militantes de los obreros que controlaban fábricas y otras unidades laborales de una zona en específico. Las mismas, afiliadas con Comités de Pobladores (organizaciones de habitantes de las poblaciones urbanas proletarias, muchas de ellas nacidas de tomas y ocupaciones de terrenos) y de Campesinos de zonas cercanas (agitados por el proceso de Reforma Agraria que también se vivía entonces), formaban los Comandos Comunales y ligas populares similares. Una de las más específicas de estas nuevas instituciones, fueron las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP). Las JAP se dispusieron a incidir y controlar el proceso distributivo de mercancías y materias primas, y que se volvería un área estratégica en la lucha política entre el Gobierno y la oposición.
4 En este artículo, se busca analizar un documento de actas de reuniones de una JAP en la Provincia de Santiago, en el Departamento de Puente Alto, en un suburbio al sureste de los límites de entonces de la ciudad de Santiago; la JAP de la Población Gabriela, en los últimos meses de la UP, de mayo a septiembre de 1973. A partir de dicha fuente, se analiza el problema del Poder Popular y sus tareas cotidianas, así como revisar la profundidad de la politización e ideologización presente en las mismas. Se propone que al conocer ciertos aspectos de la cotidianidad del funcionamiento de una institución del Poder Popular, como fueron las JAP, parece haber cierta despolitización o irrelevancia de los conflictos de la lucha política general, en la búsqueda de soluciones a problemas propios del abastecimiento y la distribución. Así, la cotidianidad en una JAP de la periferia de Santiago en el trienio de 1970 a 1973, lejos de mostrar una discusión respecto del enfrentamiento inmediatamente político y militante, presenta al Poder Popular como un fenómeno histórico de institucionalización de organizaciones democráticas, de base y de masas, para la búsqueda de soluciones a problemas de la reproducción material de la vida.
5 Las JAP, respecto, por ejemplo, de los Cordones Industriales, es un fenómeno muy desconocido. Si la historia de estos últimos cuenta con una bibliografía bastante generosa [entre lo más reciente, destacan 4; 5; 6], no se puede decir lo mismo de las primera. Como bien indicó Boris Cofré en uno de los primeros estudios monográficos sobre las JAP [7, pp. 224-249], publicado recién en 2018, en general se le ha dado poca importancia a las JAP en los estudios sobre Allende y la UP, incluso en aquellos de historia social del período. Así, existe un estudio pionero y poco conocido de Jorge Giusti, publicado en 1975 [8, pp. 767-778] y del que no hubo continuidad. Desde entonces, además de algunas páginas en trabajos generales sobre el Poder Popular, las JAP no fueron tema sino hasta el mencionado estudio de Cofré en 2018, y luego, los trabajos de Joshua Frens-String [9; 10, pp. 471-501] publicados entre 2018 y 2023. En general, estos estudios han puesto atención al carácter militante y político, incluso de sus tareas más específicamente sociales o comerciales, como la distribución de mercaderías. Ahí, se destaca la formación política de larga data, o bien ligada a la lucha secular por el Estado en Chile en un momento de transformaciones socialistas; lo que se ha realizado recientemente y a muy buen nivel.
6 Así, lo que interesa en este artículo no es reforzar ni desmentir dicha idea relativa a la militancia de las JAP. Más bien, se trata de matizarla con el análisis de la cotidiana administración de una JAP lejana de los nodos más militantes, de sus problemas y sus eventos más triviales y que ocupaban la mayor parte del tiempo y de las energías del caso estudiado; y así poner atención a la forma más práctica y menos abstracta en que existió el Poder Popular en Chile entre 1970 y 1973. De esta forma, se busca comprender más integralmente el día-a-día de una institucionalidad conformada en un momento de lucha política radical.
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I. PROBLEMAS Y POSIBILIDADES DE UN DOCUMENTO PARA EL ESTUDIO DE LAS JAP

8 Las JAP tuvieron corta existencia. Su origen es posterior al inicio del gobierno de Allende en noviembre de 1970, y claramente no sobrevivieron al golpe de estado de septiembre de 1973. Según el estudio de Pastrana y Threlfall sobre el movimiento de pobladores en la Unidad Popular, las JAP tuvieron que ver con dos objetivos de la administración de Allende, y que se hicieron crecientemente estratégicos durante su gobierno: primero, tomar control y dar solución a los problemas de distribución de alimentos y otros bienes primarios en Chile; en segundo lugar, aumentar el apoyo popular, especialmente entre mujeres, en temas relativos a la reproducción material de la vida; y entre comerciantes de capas medias, evitando su “fascistización” [11, pp. 89-90]. Fue en julio de 1971, en un encuentro de mujeres adherentes a la Unidad Popular, que el ministro de economía del gobierno de la UP, Pedro Vuskovic, convocó a formar masivamente las Juntas de Abastecimiento y Precios. Esto ocurrió cuando saltaron las primeras alarmas del desabastecimiento de ciertos productos en el mercado chileno, específicamente carne y pollo [7, p. 228].
9 Las primeras JAP surgieron con apoyo municipal desde 1971, allí donde las administraciones locales de ese tipo habían sido ganadas por la UP. Así, lugares como Conchalí, La Granja o San Miguel, todas comunas de Santiago, fueron los primeros en saber de la existencia de las JAP en sus barrios. Pero no fue sino hasta mediados de 1972 que las JAP se masificaron. Para mayo de 1972, el Gobierno informó de la existencia de medio millar de JAP en Santiago. Durante el “Paro de Octubre” de 1972, movimiento de oposición a Allende que se basó principalmente en las capas medias (y allí, especialmente en los dueños y choferes de camiones de transporte de mercancías) y las clases propietarias y que afectó fuertemente la distribución de bienes y alimentos; las JAP tuvieron su impulso más fuerte. Así, para enero de 1973, Boris Cofré calcula entre 1200 y 1300 la cantidad de JAP creadas solo en Santiago [7, p. 240].
10 Como es normal en el estudio de las formas de acción política de las clases subalternas, las fuentes para ello escasean. El caso de las JAP no es la excepción. Primero, porque su institucionalidad siempre fue débil. Cuando la Dirección de Industria y Comercio (DIRINCO, la entidad estatal dedicada a la vigilancia de precios, stocks, y en general del mercado de bienes y servicios básicos) indicó las tareas y derechos de las JAP, estas estaban definidas de forma general y vaga, incluyendo desde la “lucha antiburocrática” hasta la “lucha ideológica” como sus tareas, además del “control de precios” y “facilitar el abastecimiento” [11, pp. 92-93]. Como han señalado Frens-String y, por otra parte, Giusti, las JAP reactivaron la memoria de distintas organizaciones de vigilancia de precios y de defensa de consumidores que existieron durante el siglo XX chileno, especialmente desde la década de 1930 [8, p. 767-768; 9, p. 141-145]. De esta forma, a la difusa definición de reglas desde el Estado, se sumó la presencia de una tradición viva de activismo en el consumo que hizo aún más intuitiva y poco formal la construcción y funcionamiento de las JAP entre 1971 y 1973. De esta forma, interpretar a las JAP desde sus documentos guía, si bien permite una aproximación general al fenómeno, mantiene cierto desconocimiento respecto de su funcionamiento real en las bases, sus usos menos predecibles y más arbitrarios.
11 En segundo lugar, las JAP fueron organizaciones que tuvieron una profusa participación de militantes de base, y que se construyeron a partir de otros espacios de organización popular ya muy politizados hacia 1972, como las Juntas de Vecinos, los Cordones Industriales o los Comités de Pobladores. En ese sentido, compartieron con tales organismos las urgencias políticas de la coyuntura, lo que redundó tanto en la escasa producción de documentación propia (por ejemplo, actas de reuniones o asambleas); como, después del Golpe de Estado, en la rápida destrucción de cualquier registro escrito que pudiese guiar la represión hacia los integrantes de las JAP.
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Fig. 1 Portada del cuaderno

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Fig. 2 Interior A

14 Así, como en otros casos, todo lo que queda en el presente es la memoria de sus protagonistas, siempre dudosa en su formación y contenidos, algunos registros de prensa y estudios parciales hechos por académicos de la época. A veces se encuentran algunos documentos únicos que permiten avanzar más. En un mercado de antigüedades de Santiago, entre un montón de papeles viejos y a muy bajo precio, se encontró un acta de una JAP, correspondiente a la población Gabriela de Puente Alto, y cuyos registros y anotaciones cubren los meses de mayo a agosto de 1973. Un cuaderno de 15 centímetros de ancho y 20 de largo, uno originalmente diseñado para uso escolar, escrito a mano y en lápiz tinta, y que además de actas tiene páginas llenas de cálculos de distinto tipo, probablemente por su uso para las tareas contables de la JAP. No hay numeración de páginas, pero sí hay fechas y referencias de todo tipo sobre el carácter y participantes de cada evento consignado. Es un documento elaborado por cuadros carentes de formación burocrática o profesional, y ello explica las constantes faltas de ortografía en el documento (y que se respetan en las citas textuales que se hacen en las páginas siguientes). Es sobre esta acta, en tanto fuente única, que se trabaja en adelante.
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II. UNA JAP EN LA POBLACIÓN GABRIELA, PUENTE ALTO, CHILE, 1973

16 La JAP de la población Gabriela es una institución de una zona de Santiago bastante nueva. Estaba ubicada en Puente Alto, una zona industrial aunque todavía también semirural. Con una conocida papelera como motor industrial de molinos y otros talleres e industrias de una pequeña ciudad encaramada en la cordillera, tenía los agitados fundos de Pirque al lado, apenas cruzando alguno de los puentes sobre el río Maipo, la frontera entre ambas comunas. De todas formas y aunque era un departamento distinto del de Santiago, para 1970 desde hacía años que se consideraba de alguna forma parte de ese inmenso valle de industrias, chacras y poblaciones que era Santiago Sur en la larga década de 1960 [12; 13].
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Fig. 3 Interior B

18 Además, Puente Alto había sido una zona bastante izquierdista en esos años. Con un alcalde de la UP, tenía no solo la influencia de los movilizados campesinos de sus alrededores durante la Reforma Agraria, sino que su juventud había protagonizado uno de los movimientos más importantes de Santiago antes de la UP. El día 27 de junio de 1970, una movilización estudiantil en Puente Alto termina con un estudiante asesinado a tiros por Carabineros, Claudio Pavez Hidalgo. Los disturbios se desataron por toda la pequeña ciudad, y se prolongaron dos días más, en los que otro estudiante murió luego de una golpiza policial. Finalmente, el día 28 de junio el Gobierno decretó Estado de Emergencia y resolvió militarmente la revuelta. Estudiantil [14]. Puente Alto contenía esa mezcla de reformismo radical en sus campos cercanos, y de revolucionarismo juvenil en sus barrios. Pero, aunque probablemente estos hechos la afectaron, la Población Gabriela estaba algo lejos del centro de Puente Alto. Estaba “ubicada en el paradero 31 de Vicuña Mackenna y 37 de Santa Rosa”1, es decir, a medio camino entre Santiago y Puente Alto, a lo largo de la calle que le daba el nombre a la Junta, Gabriela. Así, el caso que analizamos es uno de una población aislada de la dinámica más intensa del centro de la
1. Desde acá y en adelante, todas las citas entre comillas son al “Cuaderno de Actas JAP Población Gabriela”, a menos que explícitamente se indique otra cosa.
19 ciudad capital, y en una zona de reciente formación2. Así, se trata de una Junta de periferia, y de una población no conocida por su militancia. De ahí, también, que la misión propiamente política asignada a las JAP, no estuviese presente en el medio o como prioridad de su fundación, sino más bien las tareas de distribución y abastecimiento.
2. En los mapas de 1970 de Puente Alto, la mencionada ubicación de la Población Gabriela no aparece como una zona urbanizada, aunque sí están marcadas las calles. Ver: [15].
20 El acta de fundación de la JAP de la población Gabriela es la primera anotación del cuaderno, y está fechada en “el día 12 de mayo, 1973” (ver figu- ra 2). Fue “una actividad masiva, una reunión de la población”, según el documento. La fecha nos indica una JAP “tardía”, no surgida ni en el impulso inicial de 1971, ni en la movilización de masas de octubre de 1972. En la periodificación de las JAP hecha por Giusti o en aquella más reciente hecha por Cofré, caería en el tercer período, posterior al Paro de Octubre de 1972, y en medio de la crisis general del gobierno de Allende [7, pp. 779-783]. A pesar de esta fundación en el ojo del huracán político de entonces, la coyuntura no fue su principal preocupación.
21 La asistencia de “vecinos” a la fundación de la JAP fue “muy numerosa”, según el acta. Se menciona la participación de 77 personas de la población, de un universo que más adelante se menciona como de “un total de 140”. Esta cifra se refiere probablemente a hogares de la población, y observando la composición de los cargos directivos o de coordinación, eran en su mayoría mujeres. Esto confirma la fuerte feminización de las tareas reproductivas, incluso en momentos de aguda coyuntura política y que ha sido anotado para el período por varias investigaciones [16; 17, pp. 145-160].
22 En la fundación estuvo presente un “delegado de JAP comunal de Puente Alto” y que ofició a modo de “ministro de fe”. Dicha instancia comunal de las Juntas, como se indicó, fue una de las primeras en formarse a nivel nacional. El funcionario en cuestión, según el acta, se le reconoció como el “señor San Martín”, y su rol era ser quien “esplica cual era el motivo de esta [la JAP]”. En la Población Gabriela aparece aquello del desconocimiento o ambigüedad en los límites y roles que tenían las Juntas.
23 La “primera medida” que tomó la reunión fundacional, tuvo que ver con la necesidad de crear la Junta. Así, el sentido de contar con una JAP en la población se consideró un método de normalizar el abastecimiento y distribución de alimentos, un sistema que para 1973 estaba bastante descompuesto. Así, la reunión comenzó con la “cuenta”, a cargo de “el señor San Martín”, respecto de qué cosa era una Junta de Abastecimiento y Precios. El encargado comunal explicó a la asamblea “los motivos por el cual es muy importante que nuestra población tenga su Junta de Abastecimiento y Precios directamente, y no dependa de otros centros”. La “independencia” de la asamblea de la población para resolver problemas urgentes parece ser una condición relevante, probablemente por la desconfianza en una pronta restauración del ya desarticulado sistema de distribución comercial, y también por el aislamiento del barrio respecto de otras JAP. Nuevamente podemos ver que el origen de la JAP de la Población Gabriela obedece a motivos cotidianos, o como se anota en el registro de una reunión posterior, “por el bien de nuestra población y porque la mercadería sea distribuida en forma oportuna y evitar uno de los problemas más desagradables para nuestras respectivas familias el hacer las colas, para poder conseguir el alimento necesario para nuestros hijos”.
24 Según el acta, en esta primera reunión fundacional y “después de algunas deliveraciones”, se votó “para elejir de nuestra unidad vecinal e integrar la Junta de Abastecimiento”. Esta se formó a partir de nombrar “a una persona de cada organización formada en nuestra población”, tal y como indicaba el manual de funcionamiento emitido por el Gobierno[8, pp. 767-770]. Así, la JAP de la población Gabriela quedó formada por seis personas: “por la Asamblea” fue seleccionada Olga Zárate; “por el club deportivo” se nombró a Mario Bascuñán; por el “Centro de Madres Gabriela” a la señora María Suárez; por el “Centro de Madres Santa Gemita” la señora Silvia Bastías; por la Junta de vecinos, el señor Francisco Espinoza: y en representación del “Centro de Padres y Apoderados”, se nombró a Adriana Astorga. Los cargos se distribuyeron según el principio de representatividad, y así la presidencia recayó en Olga Zárate (con el respaldo de la mayoría de los vecinos reunidos en asamblea), el secretario electo fue Mario Bascuñán; mientras que Espinoza, Suárez, Bastías y Astorga quedaron como directores. Esta directiva supuestamente duraría un año. Sabemos que no alcanzó a cumplirlo, pues apenas cinco meses después de la fundación ocurrió el Golpe de Estado y, con él, la práctica disolución de las JAP.
25 En el afán por conseguir el objetivo de ampliar y mejorar su relación con las clases medias, como se indicó más arriba, la izquierda promovió que las JAP integrasen a los comerciantes de las poblaciones en que actuaban. Esto, en general, fue un fracaso [18] y, tal y como se verá en este caso, la distancia o el antagonismo abierto entre comerciantes al detalle y las JAP fue un problema sin solución. En la Población Gabriela, el acta indica que se acuerda pedir “que alguno de los 2 comerciantes establecidos también integre esta directiva”. Esto indica que en una primera instancia los comerciantes no fueron incluidos en la convocatoria a la formación de la Junta, y que estos eran comprendidos como parte de la solución más que del problema. Para esta tarea de coordinación, quedó electo Hugo Jara, quien era comerciante de la zona, y así se integró a la directiva de la JAP de la Población Gabriela.
26 Luego de este momento fundacional, la JAP se abocó a tareas netamente de construcción de su propia institucionalidad y capacidades, así como a las urgencias propias de la distribución. Así, cuando el 27 de mayo se reunió por primera vez la recién electa directiva de la JAP de la Población Gabriela, la primera decisión fue “realizar una nueva encuesta de cada uno de los vecinos y tomar sus datos serios y responsables por parte de ellos, y entregar estos a cada director [de la JAP] con fidelidad”. El objetivo parece haber sido establecer un consolidado del total de viviendas y personas que componían la base de la Junta local, pues la directiva anotó que la información que se tenía de anteriores encuestas “no le merecia mayor seguridad”. Así se desprende de un punto aparte del acta de ese día en que se asume como objetivo de la encuesta: “Que se conosca el nº de vecinos que habitan en cada uno de los respectivos domicilios. / Para que asi la mercaderia que llegue a cualquiera de cada comerciante establecido; se pueda distribuir equitativamente para evitar el problema del desorden y que la mercaderia llegue se pueda distribuir con orden para que a si, cada vecino pueda tocar lo que le corresponde”.
27 La segunda tarea de la directiva de la JAP estuvo en su relación con su simil coordinador de toda la comuna de Puente Alto. El director Espinoza indicó que esta coordinadora se reunía “todos los viernes”, “para a si cada japista informe sobre problemas que aquejan a sus respectivos vecinos sobre la distribución de los alimentos”. A cargo de asistir quedó la presidenta de la JAP, Olga Zárate. La directiva consideró dichas reuniones como “de mucha importancia, para saber como y cuando llega mercaderia y dar a saber a los comerciantes para su apertura, entrega y distribución de ella”. Como se ve en el acta de la reunión siguiente, esta coordinación no funcionó del todo. Ese día, la presidenta de la JAP, Olga Zárate, dio “explicaciones por no haber asistido a la reunión de JAP comunal”, argumentando que “en el local de costumbre, la municipalidad, estaba tomada, y en el lugar al cual la enviaron, el salón de actos de Hilos Cadena, no se realizaba, ni se realizaría ninguna reunión”. Por su parte, uno de los directores a cargo de asistir, Espinoza, también de excusó por “motivos de trabajos” y por “tener su veiculo en panne”. La JAP de la Población Gabriela entendía esta relación como fundamentales para “el oportuno envio y distribución de alimentos para nuestra Población”, y les dio esa importancia. Así, se definió que el director Bascuñán acompañaría “a la presidenta para las proximas reuniones, considerando el peligroso retorno al hogar a estas personas”.
28 Por último, la reunión trató el odioso tema de la “distribución de tarjetas JAP”, el que se debía someter a los datos emanados de la nueva encuesta, así “evitar problemas posteriores”. A pesar de eso, la distribución por el momento se haría bajo el criterio de “dar mayor cantidad de mercaderia a las familias mas numerosas y a si poder entregar a cada vecino la cantidad según su grupo familiar”. Luego, ese criterio se volvería a revisar. En una reunión registrada el 10 de junio, se acordó una distribución por porcentajes de mercadería según tamaño del grupo familiar, quedando de esta forma: “1) Familia de 10 o mas personas, le corresponde el 150% de la mercaderia a repartir. / 2) Familia de 6 a 9 personas, recibian el 100%. / 3) Familia de 3 a 5 personas, el 75%. / 4) Familia de 1 a 2 personas, recibiran el 50% de la mercaderia”. De todas formas, esto no solucionó el problema. En las siguientes reuniones se siguen anotando problemas en la distribución de tarjetas, así como acusaciones de corrupción para adelantar puestos en las listas de entrega de las mismas.
29 Tal vez el único momento en que la JAP respondió a una tarea más política, fue cuando fue parte de la expansión del Poder Popular a través de la creación del Comité de Salud local. El director Espinoza, quien parece haber sido bastante activo en las relaciones con las demás organizaciones de base de la comuna de Puente Alto, asistió a una reunión municipal el día 11 de agosto de 1973, y dio su cuenta al día siguiente al directorio de la JAP de la Población Gabriela. En ella se tomaron acuerdos “referente a la salud” y “de las necesidades de las poblaciones respecto de las enfermedades y como se tiene que trabajar para poder combatir cualquier emerjencia en estos casos”. Así, la JAP de la Población Gabriela debía “nombrar algunas personas de la asamblea para poder ocupar los cargos de Director de la Salud”, para lo que fueron electas dos mujeres, confirmando la división de género de las tareas reproductivas, “las señoritas Manuela Ramírez Oshima y la Sta. Marta Ester Celis”. Estos Consejos de Salud fueron instancias que se volvieron muy militantes tras el Paro de Octubre en 1972 y tuvieron un rol de coordinación y activismo de base, especialmente de izquierda y como parte del Poder Popular [11, p. 96]. Pero en el caso de la Población Gabriela, no se observa una mayor actitud militante.
30 Como se observa, la JAP de la Población Gabriela parece haberle dado escasa importancia a los temas políticos. O bien, sus discusiones políticas no fueron lo suficientemente relevantes como para quedar consignadas en el acta. Como sea, parece haber sido un tema bastante menor respecto de otros, como la distribución de tarjetas, y la consecuente repartición de alimentos y otros bienes; o bien, el problema del pan y la carne, que veremos a continuación. Esto implica discutir la idea de las JAP como espacios permanentemente militantes, ya sea en la agitación proclive a la UP o en el activismo de denuncia y enfrentamiento a los opositores o “saboteadores” por la base. Por lo menos, en la fuente analizada, las tareas militantes están absolutamente ausentes; mientras que las propiamente administrativas y relativas estrictamente a solucionar problemas distributivos, copan todas sus páginas.
31 Esta situación no parece haber sido algo exclusivo de la JAP de la Población Gabriela. En otras JAP al parecer, el análisis se alejaba de la contingencia al punto de desconocer a fondo los problemas políticos que se enfrentaban, como el desabastecimiento más que la mala distribución. Según se registra en el documento, el 28 de julio se realizó una reunión de delegados JAP de sus zonas aledañas. La reunión fue “celebrada en la sede de la Población Platina en presencia de todos los delegados de las poblaciones Readi, Municipal, Platina, Gabriela, Hogar Social (una parte de Villa Las Rosas) y sus pobladores”. La reunión tenía por motivo la carencia de ciertos bienes y servicios en medio de la crisis de abastecimiento que vivió Chile en 1973. Así, la asamblea tomó por acuerdo “solicitar a quienes corresponda una mayor distribución de mercaderia debido a que las cantidades entregadas resultan totalmente insuficientes y asi lo señalaron los pobladores en su totalidad”. Específicamente, los pobladores se quejaban de “la poca seriedad y de mala distribucion del pan señalandose que algunos pobladores quedan sin este vital alimento”. Problemas similares se presentaron con el pollo, y la asamblea determinó “insistir” en “solicitar una mayor cantidad de alimentos como azucar, arroz y especialmente tratar el grave problema de los deterjentes”.
32 El mismo problema ocurriría con la carne. Una carta enviada por la directiva de la JAP de la Población Gabriela al director de SoCoAgro, la empresa estatal que monopolizaba desde 1972 la distribución de casi la totalidad de la carne en Chile y que siempre presentó problemas de funcionamiento durante el gobierno de la UP y en su relación con las JAP [8, p.776], planteaba una queja al respecto. La carta reproducida en el acta acá analizada, solicitaba así, que “se provea de carniceria que señala de una mayor existencia de carne que permitira satisfacer en parte la demanda de las 7 poblaciones [de la zona]”. Aunque la carne escaseaba en Chile desde por lo menos 1972, para la JAP de la Población Gabriela, el problema estaba en la distribución y no en el stock.
33 El desconocimiento de que el problema político estaba en el desabaste-cimiento de ciertos alimentos, y no en la distribución de los mismos, puede haber sido una consecuencia de la despolitización del desarrollo y actividad de las JAP más periféricas. En la última reunión que aparece registrada en el acta antes del Golpe de Estado de 1973, ocurrida el día 12 de agosto, la JAP de la Población Gabriela nuevamente acusa “el grave problema relacionado con la distribución de pan”. Como se indica en el ya citado estudio de Boris Cofré, las dificultades con la harina y el pan en Puente Alto -y en general, en todo el país- eran algo que se arrastraba desde, por lo menos, mediados de 1972, y cuya solución nunca fue satisfactoria [7, p. 233]. La JAP comunal, siempre según el acta, habría informado a la asamblea de la zona de la Población Gabriela, que el pan se repartiría desde las panaderías, las que debían comprometer más de dos tercios de su producción para la distribución en las poblaciones de la comuna de Puente Alto. Solo en un registro de una asamblea, en todos los meses de existencia de la JAP de la Población Gabriela, parece haberse dado un momento de discusión sobre el desabastecimiento como problema basal, cuando los directivos del JAP comunal le dieron “la palabra a la asamblea para saber si están consciente de este desabastecimiento de harina y a que los panaderos se aprovechan en algunas sircustancias para tener mejor utilidad para sus industrias”. No hay otros registros sobre el debate que tal vez sobrevino, o sobre argumentos al respecto. Como se observa en la cita al acta recién hecha, aunque se menciona el desabastecimiento de la materia prima del pan, de inmediato la responsabilidad mayor recae en los panaderos, perdiendo atención. Eso es todo lo que hay respecto de la dificultad nacional de acceso a la harina o a cualquier otro bien, más que de problemas de distribución.
34 Pero esta solución recién planteada, dependía de dos elementos en los que la JAP tenía particular debilidad. Primero, la escasa formalización de la institucionalidad de las Juntas, hacía difícil ejecutar el complejo plan de distribución. Mientras la asamblea discutía el problema de la cantidad de pan, volvió a emerger el problema de cuánto pan debía ser distribuido por cada hogar o grupo familiar. Así, se propuso decidir las cantidades “por intermedio de una nueva encuesta para saber las necesidades de cada vesino y saber la cantidad de pan que puedan necesitar para sus familias”. Un mes antes del Golpe de Estado y del fin de las JAP y el Gobierno de Allende, las Juntas no parecen haber podido resolver todavía siquiera el problema del universo social que debían asistir y coordinar. En segundo lugar, la apuesta política por producir una alianza de clases con las capas medias, especialmente con el sector de los pequeños comerciantes, como se dijo, terminó en un fracaso. En el caso de la JAP de la Población Gabriela, no hubo mayores diferencias. En las discusiones sobre la distribución de pan y sus problemas, se dejaba en claro que no había mayor acuerdo o coordinación con los comerciantes de la zona. Así, no sabían si el pan que buscaban conseguir en agosto de 1973, sería “traido a nuestra población a un comerciante o a los 3 comerciantes”, pues “todo esto depende según acuerdo que tomen los panaderos para su distribución”. La escasa relación de la JAP con los comerciantes locales se hace visible en la ausencia del delegado electo para estos fines en la primera reunión, y que resultó ser el comerciante Hugo Jara. En la última reunión de la JAP que está en el acta analizada, se da a entender que ese problema no tuvo solución, y se anota que “El sr. Hugo Jara no pudo asistir a esta reunión de japitas, por no habersele avisado oportunamente”.
35 Sin anotaciones políticas, sin cierres dramáticos, sin mayores conflictos, el “Cuaderno de actas JAP Población Gabriela” queda vacío desde más o menos un tercio de sus páginas. Se acaba, lo más probable, luego de la última reunión antes del 11 de septiembre de 1973. Las JAP no sobrevivieron a la primera ofensiva antipopular de la Dictadura. Tampoco podrían hacerlo, en la medida que el Estado desde el mismo año de 1973 privatizó o devolvió a privados, las empresas distributivas y de comercio de bienes de consumo básico.
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CONCLUSIONES

37 Como ha indicado Marcelo Casals, la izquierda y el activismo de base que apoyó al Gobierno de la UP tuvo escasa comprensión de la radicalización política contrarrevolucionaria que alimentaba la escasez de productos básicos en la población [19, pp. 91-113]. Pero dicho problema parece haber sido más grave en la medida que la ignorancia o desinterés era mayor. Como ha sostenido más recientemente Joshua Frens-String [9], el casi centenario consenso de masas y de partidos políticos de que los problemas de escasez o carestía de ciertos productos y servicios estaba en el momento de la distribución; impedía cualquier aproximación política al problema de la real escasez de ciertos productos importados.
38 De esta forma, las JAP, tal vez por lealtad política, tal vez por ignorancia, no parecen haber sostenido una crítica de base contra el problema de la escasez, ni menos parecen haber realizado como prioridad a una pedagogía del sacrificio. Más bien, en todo momento acusaron los “errores” de las empresas a cargo de la distribución, o bien, simplemente se dispusieron a elaborar métodos de acción que permitiesen perfeccionar la distribución de bienes. Su militantismo, en el caso de la JAP de la Población Gabriela, no es un elemento observable, y más bien, se ve cierta búsqueda de una institucionalidad que permita resolver problemas propios del mercado chileno, agravados por el boicot opositor y la crisis política de la Unidad Popular.
39 Este artículo intentó abordar la cotidianidad del Poder Popular, a través de una fuente muy particular de una organización social del denominado Poder Popular. El objetivo que creemos haber realizado, fue volver a mirar la cotidianidad de los momentos de crisis, así como las organizaciones que se construyen para resolver problemas no políticos y propios de una coyuntura crítica, revolucionaria. Así, como se intentó tratar a lo largo del texto, las tareas administrativas de una institución en medio de una revolución, pueden ser leídas a contrapelo de la clásica lectura sobre la polarización o politización de las instituciones de la vida cotidiana en momentos de conflicto agudo. De esta forma, puede concluirse algo diferente sobre ciertas experiencias de las organizaciones del denominado Poder Popular: existió una persistencia de las tareas administrativas — toda vez que son necesarias para la reproducción material de la vida — ante los llamados a la politización; a la vez que tal polarización política modulaba las formas en que se comprendían dichas tareas, los que lejos de negarlas, las volvían todavía más urgentes. En ello se jugaba también la utilidad del Poder Popular, en mantener y mejorar el estándar de vida de las clases subalternas, en la teoría y práctica las bases sociales de la UP, y no solo su carácter de nodo militante de la “Vía chilena al socialismo”.

Библиография

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